9. Niveles de productividad

Aparte de explicar por qué necesitamos los déficits, nuestro modelo también da información adicional sobre la mejor forma de utilizarlos: como transferencias a los consumidores.

La ecuación básica del negocio es:

Ganancias = poder adquisitivo (ventas) – salarios (todos los costes)

Los empresarios entienden muy bien la parte salarial.
Para ellos es:  ganancias = ventas – salarios – (otros costes).

Por lo tanto, cuánto más bajos sean los salarios en su empresa, en teoría más ganancias obtendrá. Por eso existe tanta presión para bajar los salarios, disminuir el poder de los sindicatos y fortalecer la influencia política de los propietarios de capital. No hay otra cosa que puedan hacer, ya que si suben los sueldos a un nivel superior al de sus competidores, sin duda se irían a la quiebra tarde o temprano. El problema es que al bajarlos, disminuirán a su vez las ventas futuras a escala global, ya que el poder adquisitivo se reduce. Dado que las empresas no son capaces de coordinar todas sus actividades y las previsiones de ganancias (y ya ni digamos ponerse de acuerdo) ni son capaces de calcular las consecuencias a escala global de las decisiones respecto a los salarios, el Estado tiene un papel ineludible a la hora de establecer salarios mínimos y de gestionar las transferencias a los ciudadanos.

¿Por qué transferencias?

Porque los precios de producción están establecidos de manera que a los trabajadores les es imposible comprar toda la producción solo mediante sus salarios. A causa solo del margen de beneficios, su poder adquisitivo a través de los salarios no es suficiente para la plena realización de las ventas previstas. Las empresas no saben que están produciendo a su máxima capacidad (no importa cuánta capacidad, lo que planean es obtener beneficios). Los consumidores solucionan este dilema con préstamos personales que aumentan temporalmente su poder adquisitivo hasta el nivel necesario, un nivel que se corresponde con el potencial económico: las ventas planeadas.

Se pueden describir los salarios de la siguiente manera:  
Salarioóptimo =  Salarioplaneado(insuficiente) + Complemento salarialpréstamo

La subida del salario al nivel óptimo es solo temporal, ya que los préstamos se deben reembolsar.
Por eso los trabajadores piden a menudo aumentos, para poder reemplazar el incremento temporal de poder adquisitivo obtenido con los préstamos por un incremento permanente mediante un aumento de sueldo. No obstante, para poder financiar este aumento de sueldo, las empresas tendrían que subir los precios. Con una subida de precios a escala mundial, la inflación devuelve a los trabajadores al punto de partida. Los salarios y precios han subido un poco, pero el poder adquisitivo real no ha cambiado. Por consiguiente, los esfuerzos por aumentar su nivel de vida mediante el aumento salarial están abocados al fracaso desde el punto de vista del sistema. La solución está en las transferencias por parte del Estado, que pueden sustituir los préstamos y, de esta manera, complementar el poder adquisitivo de los trabajadores para hacerlo óptimo.

La nueva ecuación de los salarios quedaría así:
Salarioóptimo = Salarioplaneado(insuficiente) + Complemento salarialtransferencia

Este modelo no sufre influencias cíclicas. La única cuestión por resolver es la proporción de la política monetaria y la tasa de impuestos para financiar las transferencias. En el capítulo «Impuestos regulares de ahorros y ganancias» sugiero una forma de hacerlo. Sin embargo, esta cuestión permanecerá abierta mientras haya ganancias que no regresan a la economía en forma de consumo.

No hay descanso para los malvados.

Un punto útil de este análisis es el siguiente:

Algunas escuelas de pensamiento económico afirman que la gente con deudas vive por encima de sus posibilidades y que la única manera correcta de financiar el consumo son los ingresos o ahorros. En nuestro modelo, vivir por encima de nuestras posibilidades no es la categoría económica correcta. Lo que tenemos que hacer es distinguir la categoría de rendimiento económico potencial, que viene dado por la capacidad de producción planeada (ventas planeadas), y el poder adquisitivo real (siempre inferior a las ventas planeadas). Vivir por encima de nuestras posibilidades no significa vivir por encima de los medios de la economía en su conjunto. La economía siempre puede producir más de lo que la gente puede gastar mediante los salarios. Esta es la base de nuestro modelo, así está configurado el sistema. Si se consiguen las ventas planeadas en determinadas áreas, es solo porque la gente se ha endeudado o ha sacrificado el consumo en otros sectores económicos donde las ventas planeadas no se han alcanzado. Endeudarse no es la manera correcta de financiar el poder adquisitivo que nos falta, que además es lo que causa la naturaleza cíclica de la economía.

Si no existiera la vida «por encima de nuestras posibilidades», la economía no tardaría en entrar en recesión, ya que el poder adquisitivo nunca sería suficiente.

Un segundo punto importante es que, cuando los trabajadores intentan aumentar su poder adquisitivo mediante préstamos, el resultado es que el rendimiento económico alcanza de forma temporal su capacidad máxima de producción, para después disminuir gradualmente por debajo de la producción potencial, debido al reembolso de los préstamos e intereses. Si no se restablece el poder adquisitivo de los trabajadores mediante transferencias (al menos los intereses), habrá recesión.

Siempre hay dos tipos de economías:

Una es la economía de recursos reales (capacidad de producción, recursos naturales, energía). El potencial de esta economía de recursos es un factor determinante de cuánto podemos permitirnos.

El segundo tipo de economía es la de las finanzas, que distribuye el poder adquisitivo de acuerdo con ciertos mecanismos políticos. Esta economía (financiera) no dice qué puede permitirse la sociedad en su conjunto. Solo dice lo que podemos comprar en base a la cantidad de dinero en circulación (que se nos ha asignado, si lo vemos desde una perspectiva personal) y a los precios fijados. Es importante entender esta diferencia, ya que es clave para comprender cómo vemos los procesos económicos y las maneras de clasificar los problemas económicos. Lo que podemos comprar no es exactamente lo mismo que lo que podemos permitirnos (en términos de producción).

Quizá esta sutileza esté demasiado oculta. Lo que significa realmente es que podemos permitirnos bastante más que lo que el sistema financiero actual nos hace creer como posible en términos monetarios. Nos hemos vuelto esclavos de nuestra visión monetaria del mundo.

Existen múltiples ejemplos:

El auge en la construcción de viviendas y el colapso que siguió debido al impago de las hipotecas ilustra a la perfección este principio: la economía tuvo en realidad la capacidad de producir lo necesario, es decir, casas para las personas que necesitaban un techo bajo el que vivir. Se construyeron estas casas sin agotar todos los recursos naturales del planeta. El consumo de ladrillos y cemento no causó un cráter en el planeta Tierra que indicara el fin del mundo tal y como lo conocemos. No hubo una redistribución perjudicial de los trabajadores en una industria que nadie necesita. Los obreros recibían salarios y se los gastaban en industrias que, como resultado, prosperaron. El problema fue solo el aspecto financiero de la economía. Este causó que el flujo de capital no permitiera que los nuevos propietarios pudieran pagar las hipotecas, como estaba previsto. Pero esto no constituye una prueba de que la sociedad en conjunto estuviera viviendo por encima de sus posibilidades, que se hubiera creado algo que no debería haberse creado y que nadie necesitaba. Tras millones de embargos, mucha gente no tiene un techo bajo el que vivir, mientras que sus casas están vacías. Esta necesidad, que fue satisfecha en su momento (la construcción de viviendas), no ha desaparecido. Lo que fue mal son los mecanismos de redistribución del aspecto financiero de la economía, que no permitieron obtener una ecuación equilibrada.

Otro ejemplo sería el cine, que se puede usar como prototipo de todos los servicios en la sociedad y es muy sencillo de entender:

Si se vende el 20% de entradas, el 80% de la capacidad del cine queda sin aprovecharse. Si el 80% restante de los espectadores también asistieran, los costos materiales de la compañía no aumentarían ni un céntimo. (Olvidémonos de la amortización de los asientos J). Así que, si solo un 20% de los posibles espectadores van al cine, se produce una pérdida en las ventas.  Ahora, imagine que ese 80% de espectadores potenciales que no fueron al cine por motivos económicos decidieran pedir un préstamo y de esa manera comprar las entradas. ¿Sería correcto decir que empezaron a vivir por encima de sus posibilidades? En este caso, ¿qué significa realmente vivir, como sociedad, por encima de nuestras posibilidades? La capacidad de los cines en el país y las películas disponibles representan el potencial real de la economía. Eso es lo que de verdad podemos permitirnos. Si las salas no se llenan cada día, entonces no podemos hablar de que estemos viviendo por encima de nuestras posibilidades. Si no se utiliza el servicio, con el tiempo el potencial de obtener ganancias desaparecerá, cuando podría obtenerse. Si la gente no va al cine y no disfruta solo porque no tiene dinero, no se puede hablar de ahorrar recursos naturales valiosos y de vivir de acuerdo con nuestras posibilidades y con la disponiblidad de dichos recursos. Es solo el resultado del fracaso de la economía financiera, que no supo redistribuir el poder adquisitivo, lo que nos impidió vivir AL nivel de nuestras posiblidades.

 

Traducido por Alexandra López Garres