12. Métodos de reforma monetaria

Si el gobierno complementa la falta de poder adquisitivo mediante transferencias, financiadas o bien con políticas monetarias (flexibilización monetaria) o bien con la deuda, el sistema funciona. Pero aunque funcione, se dan ciertos procesos negativos que tarde o temprano detendrán el sistema o deteriorarán de manera significativa su rendimiento.

  1. Crecimiento mediante deuda

En caso de que el Estado complemente el poder adquisitivo de los ciudadanos a través del incremento de la deuda pública, dicha deuda aumentará más y más hasta alcanzar cierto umbral psicológico. Llegados a este punto, a algunos políticos les dará vueltas la cabeza y comenzarán a pensar de la siguiente manera: «Mmm, algo va mal, estamos perjudicando a las futuras generaciones».

Otro factor que influye en los políticos a favor de detener el aumento de la deuda es el incremento de los intereses pagados para reembolsar la propia deuda. La idea que les viene a la mente es: «¡Lo que podríamos haber hecho solo con esos intereses! ¡Paguemos la deuda y ahorraremos un montón de dinero!».

Y esta es la mayor tragedia de no comprender lo que la deuda es realmente.

La deuda no está terminando con las generaciones futuras, es un complemento inevitable del poder adquisitivo en el presente para que la economía pueda funcionar.

La economía que se basa en las ganancias necesita recursos adicionales para que las ventas planeadas puedan tener lugar. De lo contrario, solo la parte equivalente a los salarios se realizaría en ventas, lo que significaría cero ganancias.

Que se deba reembolsar la deuda es solo un aspecto inconveniente de este instrumento financiero. Es lo que piden los acreedores. Si no recuperaran su dinero, serían muy infelices.

Cuando a los políticos les empieza a dar vueltas la cabeza, como se ha mencionado antes, existen 3 opciones:

 

  • El país inicia fuertes medidas de austeridad como método para disminuir la deuda.

Pero con esto solo se consigue:

  • una caída del gasto público
  • una caída del poder adquisitivo y las ventas
  • un aumento del desempleo
  • una caída en la recaudación de impuestos como consecuencia de la caída en las ventas
  • un aumento del déficit público
  • que la proporción de la deuda respecto al PIB no mejore o incluso que empeore debido a la recesión

Puede observarse este fenómeno en Grecia, España, Portugal e Italia, es decir, todo el sur de Europa, que intenta mediante la austeridad restaurar su “competitividad”.

No tendrán éxito. Solo están empeorando la crisis. La deuda fue el factor que permitió el crecimiento y, de manera natural, su reducción les conducirá a la situación contraria: una fuerte recesión.

Si, teóricamente, se reembolsara toda la deuda, el país entero se paralizaría por completo, teniendo lugar un desempleo astronómico y una economía devastada. El reembolso gradual de la deuda durante la recesión destruirá todas las compañías y sus productos no dispondrán de compradores. La gente necesita dinero para comerciar, no pueden usar conchas, espejos o abalorios.

Tras el pago de la deuda, ¡la única forma de reiniciar la economía sería crear una deuda tan grande como la anterior! Es la única manera de que circule el dinero entre las personas; es una necesidad absoluta para reiniciar el comercio.

Por consiguiente, ¿por qué molestarnos en pagar la deuda si al final no nos quedará más remedio que volver a contraerla?

Si hubiera alguna manera de ahorrarnos el dolor relacionado con la recesión —años de duración y destrucción de industrias enteras—, valdría la pena intentarlo.

  • La segunda manera de resolver la deuda es la flexibilización monetaria.

Es decir…  ¡¡La inflación!!
No, en realidad, solo el ajuste monetario del dinero que falta en la economía. Que la inflación sea el resultado depende del carácter predominante de los empresarios. Más información en el Capítulo 15. Cobradores vs. Inflacionarios.

Este es el método que proporciona más garantías y está directamente relacionado con el método del crecimiento mediante la flexibilización monetaria. El objetivo de este método es simple: el gobierno reembolsa directamente parte de su deuda mediante políticas monetarias (ver siguiente capítulo). Es el mismo método que el del crecimiento mediante política monetaria, pero aquí dicho crecimiento se consigue primero mediante deuda y después se amortiza a través de dinero nuevo.

  • Reforma monetaria de pleno derecho: la destrucción de capital

Es una forma drástica de librarse de la deuda, pero es rápida y fiable.

El gobierno pide prestado y acumula deuda. El resultado son recursos financieros redistribuidos que complementan la falta de poder adquisitivo y que, al final, terminan en la cuenta bancaria de alguien. Las vías en que este dinero llega ahí son tan distintas como son sus propietarios finales. Hoy en día es imposible afirmar quién es el beneficiario final de la transferencia original. Pero podemos decir con seguridad que la deuda pública equivale a cierta cantidad de dinero que, tras muchas transacciones, acaba otra vez en los bancos.

Por lo tanto, en lugar de disminuir el gasto público —mediante el cual reducimos los recursos adicionales que contribuyen a complementar el poder adquisitivo—, podemos gravar directamente el dinero que está en los bancos.

Si esto se hace en una sola operación, entonces sí que se trataría de una reforma monetaria donde todos los ciudadanos perderán parte de sus ahorros debido a un principio de proporcionalidad. La ratio se determina con base a la proporción de los ahorros individuales en los depósitos bancarios totales en comparación con la deuda que necesitamos eliminar.

Puede hablarse de destrucción parcial del capital dado que incluye la eliminación parcial de ganancias anteriores (ahorros).

Este método es, en efecto, radical y los ciudadanos pueden verlo como un robo (¡y cometerlo!). El impacto psicológico se ha probado a lo largo de la historia. Se utilizó, por ejemplo, en la antigua Checoslovaquia en 1953 (por distintos motivos, pero basado en el mismo principio). Las consecuencias fueron devastadoras, la gente experimentó una gran injusticia, muchos se suicidaron, hubo disturbios en las calles y el ejército tuvo que intervenir. Según su entendimiento, el gobierno les quitó los ahorros de su vida.

Es extremadamente difícil, si no imposible, explicarle a la gente que sus ahorros, ganancias que ven como algo permanente y con valor, son de hecho solo el reflejo de la deuda de la sociedad en su conjunto.

Este dinero pudo ahorrarse solo porque el Estado incurrió en la deuda. Sin dicha deuda, no habría poder adquisitivo adicional, que es el que permite que las ruedas de la economía giren y sustituye a los ahorros y las ganancias sin usar.

En su esencia, la reforma monetaria de este tipo es justa si se hace de forma correcta (la proporción de los ahorros individuales respecto a los ahorros de la sociedad es la misma que la relación entre el capital tasado) ya que afecta sobre todo a aquellos que retiraron más capital de la economía y, por tanto, contribuyeron a la inevitable deuda.

 

Para que esta reforma funcione, se necesita un sistema financiero totalmente digital, que no permita los pagos en efectivo. Si el dinero existiera también en efectivo, sería necesario reemplazar todo el suministro en efectivo por un tipo nuevo; de lo contrario, la gente se apresuraría de inmediato en acudir a los bancos para retirar tanto dinero como fuera posible y así evitar dicha tasación.

Parece drástico pero es definitivamente menos dañino que el pago gradual de la deuda relacionada con la recesión, sin esperanza de éxito.

Durante la excepcional “destrucción de capital”, no se da una larga agonía de la caída en la actividad económica, desempleo masivo y destrucción de las relaciones internas en la sociedad y en la economía. Es una cancelación excepcional de los activos y pasivos sin ningún cambio ni interrupción en el poder adquisitivo (si olvidamos el efecto psicológico de la reforma). La gente continúa con el mismo sueldo, por lo que su poder adquisitivo mensual no varía. Las compañías no pierden clientes, pueden producir tanto como antes y siguen registrando los mismos beneficios que antes de la reforma. El Estado puede pedir prestado otra vez y el crecimiento de la deuda también puede empezar. (Al gravar los depósitos, el gobierno pagará las deudas existentes y, así, este dinero terminará en las cuentas de los prestamistas, que ya pueden volver a prestar). La actividad económica no sufre cambios, no hay recesión y la deuda se reembolsa gracias a, digamos, capital “sin utilizar” que se está pudriendo en los bancos y que no está dispuesto a financiar más transferencias del Estado, necesarias para mantener el ciclo.

 

  1. Crecimiento a través de políticas monetarias (flexibilización monetaria, monetización)

Con esta opción, el Estado complementa la falta de poder adquisitivo con el ajuste de la flexibilización monetaria a través del Banco Central. Incluso si parece una herejía, este método obtiene mejores resultados que la deuda.

El resultado es el mismo: el poder adquisitivo agregado permite que el ciclo continúe, se consiguen ganancias y la economía produce millonarios que están orgullosos, con razón, por cómo alcanzaron sus objetivos mediante sus actividades y su propia productividad.

Llegados a este punto, es importante decir que la flexibilización monetaria, si se aplica con razón, constituye el mismo factor inflacionario que el dinero generado mediante la proliferación de los bancos.

Entonces, ¿cuál es la escala correcta?

Si tenemos en cuenta que cada 1000 $ depositados en el banco y posteriormente prestados con una reserva del 20% crean 4000 $ de dinero nuevo (cada préstamo nuevo se reduce por el requisito de reservar, después vuelve al banco como un depósito nuevo que se vuelve a prestar... 1000/0,2 – 1000 del depósito original), entonces la creación por parte del Banco Central de 4000 $ crea el mismo efecto inflacionario que en la fase de expansión a través de sistema bancario.

En comparación con el sistema bancario, no causa la fase inversa de la contracción, que se produce durante el reembolso.

Mientras que la expansión bancaria en realidad no incrementa el poder adquisitivo agregado durante la vida de las personas (lo que pidió prestado deberá regresar. Ver el capítulo Crecimiento mediante préstamos) sino que más bien lo disminuye (debido al impacto de los intereses), la flexibilización monetaria y la posterior redistribución a través de las transferencias representan un aumento permanente.

Por consiguiente, la flexibilización monetaria es la única manera de generar beneficios sin los factores negativos del desarrollo cíclico. La deuda pública funciona solo hasta que el reembolso comienza. Entonces, empieza la recesión y todas las ganancias desaparecen.

Por supuesto, deben existir ciertos límites para la nueva inyección de dinero; de lo contrario, tendría lugar una situación como la de Zimbabwe, donde la hiperinflación destruye la economía en su conjunto. Estos límites vienen determinados por el nivel de ganancias esperadas / deseadas en la economía, es decir, que el dinero nuevo no debería ser mayor que las ganancias planeadas.

El problema de este método es que, tras cierto tiempo, a los empresarios les empezará a dar vueltas la cabeza. Se darán cuenta de que algo no va bien. ¿De dónde viene todo este dinero?

Los resultados del negocio parecen buenos, la economía funciona, las ganancias en los bancos aumentan y los millonarios se convierten en multimillonarios.

Si no se plantearan dicha cuestión, no existiría ningún problema y el sistema funcionaría eternamente. De hecho, es el mismo dilema que con la creciente deuda pública. Mientras los inversores estén dispuestos a financiarla, su aumento continuará para siempre.

Desde el punto de vista de complementar el poder adquisitivo, el resultado durante la creciente deuda es el mismo que con la flexibilización monetaria.
La deuda, al igual que la flexibilización monetaria, puede continuar para siempre si los nuevos propietarios del dinero redistribuido están dispuestos a prestarlo de nuevo al Estado.

 

Pero el aspecto psicológico volverá a entrar en juego y los empresarios comenzarán a preguntarse qué valor tiene el dinero que les hace millonarios. En realidad, su valor es el mismo que con las ganancias generadas mediante la deuda, es decir, cero.

Es imposible obtener beneficios sin deudas o sin flexibilización monetaria adicional.

De la misma manera, algún día se tendrán que pagar las deudas y, al hacerlo, las ganancias previas se eliminarán y el dinero nuevo no tendrá ningún valor (serán meros trozos de papel).

Los empresarios confían más en los beneficios que se generaron a través de la deuda porque representa cierta obligación del Estado de devolver el préstamo. Dado que esta obligación realmente no se puso a prueba en el pasado (excepto algunos países del tercer mundo y ahora en Europa también), no se espera un fracaso masivo del sistema bancario, que tendría lugar de forma inevitable si no se cumpliera con esta obligación y, por consiguiente, se eliminarían las ganancias depositadas en el sistema.

 

Traducido por Alexandra López Garres