3.4. Estímulo monetario

La tercera opción es financiar las transferencias mediante la impresión adicional de dinero, la llamada «expansión cuantitativa» (quantitative easing). El Estado y el Banco Central emiten más dinero, lo ponen en circulación y se lo dan al Estado (bancos comerciales) para gastarlo. Es una idea diabólica.

Pero también es uno de los medios de financiación de las transferencias del Estado que puede generar ganancias sin ciclos de recesión (que pueden surgir durante el reembolso de préstamos) y que permite la generación continua de ganancias sin que estas tengan que tributar, como en el caso de las transferencias financiadas mediante impuestos.

No es necesario aumentar los impuestos para complementar el poder adquisitivo que proviene de las ganancias tributadas. No hay un creciente endeudamiento del Estado, lo que tarde o temprano será un problema grave.


No hay ciclos económicos contra los que luchar ya que no hay una disminución de las ventas proveniente del reembolso de los préstamos personales. La creación de ganancias es posible dado que el poder adquisitivo, que consiste en los salarios y recursos adicionales (transferencias financiadas mediante estímulos monetarios), es adecuado para conseguir todas las ventas planeadas y sus consiguientes ganancias.

El valor de esta ganancia se corresponde con el del estímulo monetario.

                            

No obstante, tal modelo de creación de ganancias presenta también fallas graves:

La ganancia se genera solo gracias al estímulo monetario, que se redistribuye mediante transferencias. Cada ganancia nueva requiere una nueva impresión de dinero y así la ganancia es solo una ilusión, es solo una nueva inflación cuyo poder adquisitivo es cada vez más bajo. Si las compañías y los individuos intentaran realizar todas las ganancias, se darían cuenta de que después vendría la inflación. El único motivo por el que no hay una inflación grave es que los multimillonarios y los millonarios realmente no necesitan y no gastan sus fortunas de una vez. La riqueza se conserva en las cuentas bancarias, su poder adquisitivo queda sin utilizar y el fiduciario mantiene su valor.

 

Traducido por Alexandra López Garres